Tuve que hacer el mismo trabajo para Sonido 1. No son sonidos de la mañana sino de un lugar que nosotros elijamos.A mi me gusta mas este. Lo dejo para que lo vean.
Subo por el ascensor y llego al piso de todos los días. Pongo el pulgar en la maquina de la puerta y una voz electrónica, femenina y distorsionada dice algo por un speaker. Es la misma de voz inentendible que me da la bienvenida todos los días. Subo la escalera mientras el supervisor da la distribución de trabajos.
Voy al fondo y me siento en mi “box”, o cubículo, o lo que sea. Me pongo el auricular del teléfono y escucho el sonido de múltiples disparos de rayos lasers de una película barata de clase B. Me indica que no hay nadie logueado en el teléfono. Presiono unos números y una voz femenina me dice que presione mi número de usuario y contraseña. Hago esto y ya estoy dentro del sistema. Hasta el cuello en el sistema.
El tono anterior, agudo e intermitente se cambia por un tono de teléfono común y corriente.
Prendo la computadora y el disco rígido hace el sonido característico cuando empieza a girar.
Me dispongo a bajar el volumen del teléfono y me doy cuenta que no anda. Supongo que voy a perder un poco mas de audición que de costumbre.
Mis compañeros detrás empiezan a hablar de fútbol, mis conocimientos sobre el tema son nulos.
La supervisora pregunta gritando si queremos que prenda el aire acondicionado. Le responden que no, que lo prenda al mediodía cuando el calor de las computadoras sea insoportable
Marco un número que figura en la pantalla y le pregunto a una señora si quiere realizar una encuesta sobre telefonía celular. Me responde que ella no tiene Internet. No estoy de humor de explicarle las características de la tecnología actual así que le corto.
Un par de cubículos a la derecha una chica estornuda. A nadie le importa así que nadie le desea que tenga salud.
Una supervisora en el piso de abajo habla en voz alta con su característica voz nasal. Todos empiezan a imitarla.
Marco otro número y me alejo el auricular de la oreja para no escuchar el sonido del marcado dentro de mi cerebro. Un humano del otro lado de la línea me dice que no escucha nada por todas las voces alrededor mió. Ya las había dejado de escuchar hace varios meses atrás pero por ese comentario las noto de vuelta. Hablo más cerca del micrófono pero no hay caso, ya corto.
Alguien abre un paquete de galletitas a mi derecha. El ruido del paquete me hace acordar que no desayune. Mi estomago también se da cuenta, empieza a rogarme con murmullos incomprensibles que lo alimente.
Mis compañeros empiezan con una de los temas del día: ¿Cómo te suicidarías?
Una chica cuenta su suicidio ideal con demasiados detalles ¿Será para preocuparse?
Prenden el ventilador detrás mío. El ruido de las hélices cubre las voces. Pierdo el hilo de la conversación.
Es la hora del recreo, o refrigerio, o como quieran llamarlo. Marco un código y el tono común y corriente se transforma en uno más agudo pero igual de constante. Estoy deslogueado.
Salimos a la terraza y un compañero muestra su ringtone nuevo en el teléfono, una canción de cumbia que no conozco. Otro movildependiente desenfunda su teléfono y muestra su ringtone. Una canción de una comedia americana para adolescentes cuyo nombre no recuerdo. Cuando otra persona esta por sacar su teléfono me digo a mi mismo que tuve suficiente y me voy a sentar al lado del ventilador industrial, o extractor, o como se llame que esta conectado a un aire acondicionado. Ya no escucho nada, salvo el ruido de las astas.
Mi celular vibra indicando que se acabaron los quince minutos de recreo. Mi estomago vuelve a rugir.
Me siento y me logueo en el teléfono, el tono vuelve a la normalidad. Arriba mío el aire acondicionado industrial da señales de vida.
Escucho el sonido de un crujido. Es el sonido característico del poliestireno rompiéndose. Un compañero se iba a sentar y alguien le puso un vaso descartable en la silla. Se ríen a carcajadas. No hace falta mucho para entretenerse.
Marco el número de una persona en Formosa y me dice “hola”. Le saludo, me saluda, lo saludo, me saluda, lo saludo y corto. No me escucha. Suele pasar.
Se escucha un golpe seco, seguido por el ruido de roce de una madera suelta y el golpe de plástico contra la alfombra. Del otro lado del piso un encuestador presiono el respaldo de la silla con sus sesenta kilos y esta no aguanto, así que se fue abajo con teclado. Ahora van a tener que traer otra silla medio rota para reemplazarla.
Marco otro numero y una interferencia eléctrica aguda se descarga por el auricular invadiendo mi oído. Instantáneamente tiro el auricular. Hice contacto con una nave espacial o llame a un número de fax.
El tiempo no avanza mas, me voy al baño. Toco la puerta y escucho un “ocupado”, seguido por el ruido del papel higiénico siendo partido. Voy a tener que tirar desodorante. Vuelvo a subir. Después de las conversaciones sobre pornografía en Internet, superhéroes y diferencias entre el hombre y la mujer, me deslogueo del teléfono y doy lugar a que las naves espaciales se destruyan con sus lasers dentro del teléfono.
Hago la cola para poner el pulgar en la maquina y la escucho repetir su saludo inentendible una y otra vez a toda la gente que se esta yendo. Pienso que me iría más rápido si me cortara el pulgar y se lo dejara a un compañero.
Cuando al fin llego, pongo el pulgar en la maquina y esta me saluda. Me reconforto al saber que la maquina tiene peor pronunciación en ingles que yo.
Abro la puerta de la escalera y me pierdo entre los ecos de los pasos